"Y retiemble en sus centros..."
Estoy
escribiendo este artículo precisamente en las primeras horas del quince de
septiembre, una de las fechas más importantes para los mexicanos, la
celebración del “Grito de Dolores”, que marca el inicio de la rebelión de los
patriotas de antaño, de nuestro país (no vayan a creer que los de Nueva
Inglaterra). Estoy hablando de la guerra de independencia y no de las batallas
dominicales de la NFL (Liga de Futbol Americano de USA).
El título
de este texto nos remonta sin duda a las líneas solemnes y bélicas de nuestro
himno nacional, aunque a mí me hace pensar, de manera simultánea, en los
recientes terremotos que lesionaron la geografía y el patrimonio de Chiapas y
Oaxaca, principalmente. Aun estando ya en la sexta línea de mi escrito, no me
decido hacia donde llevar este comentario. La indecisión es por la dualidad en
la representación que contienen esas cinco palabras. Por un lado me remiten al
gastado y mítico significado que tiene la palabra “Independencia”; y por otro, al
desastre ocasionado por los mencionados movimientos telúricos, que literalmente
se refieren a un temblor repetido de las meras entrañas de la tierra.
Ante
tal indecisión, en este momento he optado por llevar esta dualidad hasta sus
últimas consecuencias. Por tal motivo, aunque ya lo he dicho reiteradas veces,
manifiesto una vez más mi disenso con este festejo tan tradicional, tan
nuestro, tan mexicano. No es que reniegue de mis raíces, pues soy tan mexicano
como cualquiera, como los charros (los que montan briosos corceles, no los del
sindicatito del gobernador nayarita), como los bravos norteños o los campesinos
que sienten a México en la piel, pero eso es una cosa y otra es que esté de
acuerdo que haya una independencia que festejar.
Siempre
he dicho que nuestra independencia es un mito. No me refiero a la independencia
jurídica, a la que se consigue a través de un acta, un tratado o un protocolo
que lo certifique. Esa sí existe y nadie lo duda. Pero de eso a que en la vida
real, más allá de los testimoniales escritos, en el entorno mundial ostentemos
la calidad de país independiente eso ya es otra cosa. Nos hace falta aún mucho
para llegar a la autodeterminación, pero
no conceptualmente sino de hechos. No tenemos independencia económica, porque
nuestras políticas financieras, en la actualidad, siguen fluyendo desde el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Las decisiones se
siguen tomando en los escritorios de la oligarquía. No tenemos independencia o
autosuficiencia alimentaria, ya que seguimos importando la mayor parte de los
granos básicos de la alimentación de los mexicanos. Al grado de ser una
verdadera paradoja ostentarnos como la “Cuna del Maíz” cuando se compra en el
extranjero la mayor parte de ese consumo. En donde está nuestra independencia
sí la deuda externa bruta sigue creciendo y más de las tres cuartas partes de
los insumos para nuestra industria proviene del extranjero.
Hay
muchas más razones para fundamentar el mito de nuestra independencia. No se puede
hablar de haber logrado un paso históricamente trascendental cuando las causas
que dieron origen a ese levantamiento armado, siguen presentes. El escenario es
distinto sí, mucho, pero lo es más en la forma que en el fondo, ya que
subsisten las condiciones de explotación y rapiña de antes de 1810. Los
inversionistas extranjeros, con todas las facilidades proporcionadas por el
gobierno federal, servil y entreguista, se llevan las grandes utilidades de sus
pingües negocios, mientras que para los mexicanos sólo existen empleos
mediocres, con pagas irrisorias. Los recursos naturales de la nación siguen
siendo sacados, ahora no por las fuerzas colonialistas, sino de manera legal y
cómoda mediante las reformas estructurales (permisos para saquear otorgados por
el poder legislativo y ordenados por el ejecutivo). Hoy ya ni siquiera es
necesario el uso de la fuerza, el dominio actual del neoliberalismo sobre
nuestro país, es mediante el impulso de la ignorancia y la pobreza. Antes por
la fuerza de la conquista arrancaban los minerales y el petróleo de las
entrañas de la tierra, hoy ya no es necesario, hoy sólo se privatizan éstos,
las playas, los ríos y hasta las reservas de la biósfera. Pues sí, ya somos
independientes, porque no entregamos más tributo al rey de España, ahora se lo
entregamos a la plutocracia, a la oligarquía internacional, en un cómodo (para
ellos) modelo económico denominado neoliberalismo.
Creo
que no es necesario ahondar en datos que apoyen mi punto de vista. Hasta hoy
seguiré sosteniendo que la independencia de nuestro país es tan sólo un mito.
Tampoco entraré a la controversia de ir o no a la ceremonia del grito, ya sea
en el municipio o en el estado, sea pues, un presidente municipal o sea el
“desgobernador”. Ya le perdí el gusto a esos protocolos cívicos en los que ves
a un señor a veces “a medios chiles” que te receta una perorata inútil, ya que
ni él sabe lo que significa esa ceremonia. Me resulta hasta enojoso escuchar,
en voz de un político corrupto, los nombres de aquellos hombres y mujeres que,
sacrificando su vida, intentaron darnos libertad y patrimonio, mientras que
estos políticos de ahora sacrifican la vida y la dignidad de los mexicanos por hacerse
de un gran patrimonio personal libremente.
Creo,
además, que ya es tiempo que los mexicanos seamos más conscientes de lo que
significa de verdad el patriotismo. Es hora de apartar la estólida idea de que
somos patriotas mexicanos porque el día del grito, cantamos canciones mexicanas
a todo pulmón, bebemos chelas o tequila, cenamos enchiladas, sopes o pozole y
tronamos cohetes en una noche de juerga interminable. Creo también que debemos
dejar de lado esas erróneas ideas de lo que es el patriotismo y lo que es ser
un mexicano digno de verdad. Ser un mexicano patriota es reconocer el valor de
nuestra libertad, luchar gallardamente por nuestros derechos y nuestra
dignidad. Creer con firmeza que el patriotismo tiene que ver con el respeto a
nuestros valores esenciales, individuales y sociales; con nuestra actitud, con
nuestra productividad y nuestro aporte como actores sociales prioritarios en el
desarrollo de nuestro país.
Con
tantas cosas me estaba olvidando del otro elemento de la dualidad manejada
inicialmente, del retemblar del centro de la tierra. Habría mucho que decir
también de esta parte del binomio, pero se agotó el espacio. Quiero señalar en
esta analogía que, de verdad es más trágico, que las mismas afectaciones del
sismo de 8.2 grados Richter, el hecho de que en situaciones de esta naturaleza
se cuente con un presupuesto tan bajo en los programas que apoyan estos
siniestros, como el FOPREDEN, con doscientos millones de pesos, mientras que el
INE solicita un presupuesto de 25 mil millones para el 2018. En otras palabras,
como es posible que mientras miles de mexicanos, que perdieron todo su
patrimonio, pasan hambres y penurias, se les atienda con mucho menos que el uno
por ciento de lo que pide el “honorable” Instituto Nacional Electoral, para
sustanciar una democracia dudosa y darle una vida de rey a sus funcionarios y
políticos, la mayoría corruptos.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.