jueves, 21 de septiembre de 2017

"Y retiemble en sus centros..."


JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Y retiemble en sus centros..." 


Estoy escribiendo este artículo precisamente en las primeras horas del quince de septiembre, una de las fechas más importantes para los mexicanos, la celebración del “Grito de Dolores”, que marca el inicio de la rebelión de los patriotas de antaño, de nuestro país (no vayan a creer que los de Nueva Inglaterra). Estoy hablando de la guerra de independencia y no de las batallas dominicales de la NFL (Liga de Futbol Americano de USA).

El título de este texto nos remonta sin duda a las líneas solemnes y bélicas de nuestro himno nacional, aunque a mí me hace pensar, de manera simultánea, en los recientes terremotos que lesionaron la geografía y el patrimonio de Chiapas y Oaxaca, principalmente. Aun estando ya en la sexta línea de mi escrito, no me decido hacia donde llevar este comentario. La indecisión es por la dualidad en la representación que contienen esas cinco palabras. Por un lado me remiten al gastado y mítico significado que tiene la palabra “Independencia”; y por otro, al desastre ocasionado por los mencionados movimientos telúricos, que literalmente se refieren a un temblor repetido de las meras entrañas de la tierra.

Ante tal indecisión, en este momento he optado por llevar esta dualidad hasta sus últimas consecuencias. Por tal motivo, aunque ya lo he dicho reiteradas veces, manifiesto una vez más mi disenso con este festejo tan tradicional, tan nuestro, tan mexicano. No es que reniegue de mis raíces, pues soy tan mexicano como cualquiera, como los charros (los que montan briosos corceles, no los del sindicatito del gobernador nayarita), como los bravos norteños o los campesinos que sienten a México en la piel, pero eso es una cosa y otra es que esté de acuerdo que haya una independencia que festejar.

Siempre he dicho que nuestra independencia es un mito. No me refiero a la independencia jurídica, a la que se consigue a través de un acta, un tratado o un protocolo que lo certifique. Esa sí existe y nadie lo duda. Pero de eso a que en la vida real, más allá de los testimoniales escritos, en el entorno mundial ostentemos la calidad de país independiente eso ya es otra cosa. Nos hace falta aún mucho para llegar a la  autodeterminación, pero no conceptualmente sino de hechos. No tenemos independencia económica, porque nuestras políticas financieras, en la actualidad, siguen fluyendo desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Las decisiones se siguen tomando en los escritorios de la oligarquía. No tenemos independencia o autosuficiencia alimentaria, ya que seguimos importando la mayor parte de los granos básicos de la alimentación de los mexicanos. Al grado de ser una verdadera paradoja ostentarnos como la “Cuna del Maíz” cuando se compra en el extranjero la mayor parte de ese consumo. En donde está nuestra independencia sí la deuda externa bruta sigue creciendo y más de las tres cuartas partes de los insumos para nuestra industria proviene del extranjero.

Hay muchas más razones para fundamentar el mito de nuestra independencia. No se puede hablar de haber logrado un paso históricamente trascendental cuando las causas que dieron origen a ese levantamiento armado, siguen presentes. El escenario es distinto sí, mucho, pero lo es más en la forma que en el fondo, ya que subsisten las condiciones de explotación y rapiña de antes de 1810. Los inversionistas extranjeros, con todas las facilidades proporcionadas por el gobierno federal, servil y entreguista, se llevan las grandes utilidades de sus pingües negocios, mientras que para los mexicanos sólo existen empleos mediocres, con pagas irrisorias. Los recursos naturales de la nación siguen siendo sacados, ahora no por las fuerzas colonialistas, sino de manera legal y cómoda mediante las reformas estructurales (permisos para saquear otorgados por el poder legislativo y ordenados por el ejecutivo). Hoy ya ni siquiera es necesario el uso de la fuerza, el dominio actual del neoliberalismo sobre nuestro país, es mediante el impulso de la ignorancia y la pobreza. Antes por la fuerza de la conquista arrancaban los minerales y el petróleo de las entrañas de la tierra, hoy ya no es necesario, hoy sólo se privatizan éstos, las playas, los ríos y hasta las reservas de la biósfera. Pues sí, ya somos independientes, porque no entregamos más tributo al rey de España, ahora se lo entregamos a la plutocracia, a la oligarquía internacional, en un cómodo (para ellos) modelo económico denominado neoliberalismo.

Creo que no es necesario ahondar en datos que apoyen mi punto de vista. Hasta hoy seguiré sosteniendo que la independencia de nuestro país es tan sólo un mito. Tampoco entraré a la controversia de ir o no a la ceremonia del grito, ya sea en el municipio o en el estado, sea pues, un presidente municipal o sea el “desgobernador”. Ya le perdí el gusto a esos protocolos cívicos en los que ves a un señor a veces “a medios chiles” que te receta una perorata inútil, ya que ni él sabe lo que significa esa ceremonia. Me resulta hasta enojoso escuchar, en voz de un político corrupto, los nombres de aquellos hombres y mujeres que, sacrificando su vida, intentaron darnos libertad y patrimonio, mientras que estos políticos de ahora sacrifican la vida y la dignidad de los mexicanos por hacerse de un gran patrimonio personal libremente.

Creo, además, que ya es tiempo que los mexicanos seamos más conscientes de lo que significa de verdad el patriotismo. Es hora de apartar la estólida idea de que somos patriotas mexicanos porque el día del grito, cantamos canciones mexicanas a todo pulmón, bebemos chelas o tequila, cenamos enchiladas, sopes o pozole y tronamos cohetes en una noche de juerga interminable. Creo también que debemos dejar de lado esas erróneas ideas de lo que es el patriotismo y lo que es ser un mexicano digno de verdad. Ser un mexicano patriota es reconocer el valor de nuestra libertad, luchar gallardamente por nuestros derechos y nuestra dignidad. Creer con firmeza que el patriotismo tiene que ver con el respeto a nuestros valores esenciales, individuales y sociales; con nuestra actitud, con nuestra productividad y nuestro aporte como actores sociales prioritarios en el desarrollo de nuestro país.

Con tantas cosas me estaba olvidando del otro elemento de la dualidad manejada inicialmente, del retemblar del centro de la tierra. Habría mucho que decir también de esta parte del binomio, pero se agotó el espacio. Quiero señalar en esta analogía que, de verdad es más trágico, que las mismas afectaciones del sismo de 8.2 grados Richter, el hecho de que en situaciones de esta naturaleza se cuente con un presupuesto tan bajo en los programas que apoyan estos siniestros, como el FOPREDEN, con doscientos millones de pesos, mientras que el INE solicita un presupuesto de 25 mil millones para el 2018. En otras palabras, como es posible que mientras miles de mexicanos, que perdieron todo su patrimonio, pasan hambres y penurias, se les atienda con mucho menos que el uno por ciento de lo que pide el “honorable” Instituto Nacional Electoral, para sustanciar una democracia dudosa y darle una vida de rey a sus funcionarios y políticos, la mayoría corruptos.  

RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.