miércoles, 29 de julio de 2020

"Una nueva oportunidad"



JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / 


Periodismo Nayarita



"Una nueva oportunidad" 



Entre las noticias más sobresalientes de los últimos días se puede considerar la aprehensión en España y extradición a nuestro país del exdirector de PEMEX, Emilio Lozoya Austin.

La ciudadanía vemos con buenos ojos, al menos la gran mayoría, que se ejecuten este tipo de acciones; entendiendo que es un auténtico esfuerzo por acabar con la corrupción y la impunidad, el histórico y lesivo binomio que ha marcado la historia del México contemporáneo. El problema, las distintas lecturas que existen en torno a ese asunto. Por un lado, la poca credibilidad del sistema de justicia. Y no es para menos, después de ser testigos de tantos casos que han dejado el acre sabor de boca de la desilusión, después de ver como los peligrosos criminales son absueltos por diversos motivos inexplicables, principalmente por cuestiones de interpretación jurídica o por faltas al tan cacareado debido proceso.

No estaré nunca en contra de hacer bien lo que se debe, pero no bajo ese rubro (o pretexto) tan socorrido por los que suelen eludir el castigo y alcance de la ley. Se torna poco creíble que tantas veces se pueda incurrir en errores en las carpetas de investigación o en cualquier otro momento del proceso judicial, que se siguen sumando casos de imputados a los que se les tienen que pedir disculpas por errores. Existen casos ejemplares, en los que se esperaban grandes castigos que reivindicasen a los jueces, a gran parte del personal del ámbito de procuración de justicia, pero sólo han quedado en una dolorosa y simple frase: «Disculpe, usted señor criminal».

El caso Lozoya reviste una especial importancia por tratarse de un caso que involucra a una larga fila de cómplices alrededor de asuntos nacionales de corrupción, y otros delitos, en el que se estarían tocando a funcionarios de alto nivel, del gabinete presidencial e incluso de legisladores federales que a estas alturas ya perdieron su fuero constitucional.

No se puede adelantar nada aún. Las primeras escaramuzas legales, desde mi punto de vista, son normales y hasta cierto punto adecuadas, si se considera que el detenido será acogido bajo el programa de testigos protegidos. Esto indica que su castigo será sumamente inferior a lo que se esperaba pero, en cambio, la información, testimonios y pruebas que aporte a la justicia, deberán ser de vital importancia para denunciar y procesar a varios de los involucrados, obviamente de rango igual o mayor al que ejerció el imputado.

Digamos que eso es positivo. Pero (siempre existe un pero) en nuestro país no puede faltar la polémica, el chismorreo político y todas esas cosas que nos caracterizan a los mexicanos. En parte, son comprensibles las grandes dudas, especulaciones y hasta las apuestas, que bien podría hacerse una quiniela nacional. Estas prácticas tienen su génesis en la ya larga lista de casos de impunidad registrados en la historia nacional, de tal manera que hoy los casos como el de Lozoya, mueven hacia la posibilidad de creer que cualquier resultado es posible. Se habla de la manipulación electoral, mediante la cacería de brujas (y brujos) de políticos que militan o militaban en partidos como el PRI, PAN y PRD, que hoy forman parte de la oposición. Es muy difícil percibir la delgada línea que separa la intención auténtica, natural e irrenunciable de hacer justicia a una nación que está ávida de ella y, del otro lado, la posibilidad de hacer campaña política a su favor, vislumbrando las cercanas elecciones del próximo año. La polémica siempre estará ahí, pero finalmente es cuestión de enfoque, de percepción, de sensibilidad y de opinión. Desde la mía, no hay duda que jamás podrá desentrañarse del todo, pero siempre he pensado y mencionado que —para un partido político— la mejor campaña que puede hacer un político que tiene la oportunidad de estar al frente de un gobierno, sin duda que será el buen trabajo desempeñado. Por analogía, si acabar con la corrupción y la impunidad de un país, condición que implica castigar a los que saquearon el erario de la nación, es parte de hacer bien tu trabajo pues entonces hay que hacerlo sin preocuparte de lo que puedan pensar los demás.

Después de lo mencionado en el párrafo anterior, creo que es oportuno comentar que hay mucho que esperar de este asunto que tiene varios dobleces, es un tema en cuyos entresijos subyace una historia terrible de corrupción. Es un asunto que podría desvelar misterios inimaginables que han dado forma a la procaz narrativa política de nuestra historia reciente. Causa gran expectación el curso que podría seguir ese proceso judicial, en parte porque hay cosas que son prácticamente de dominio público, aunque sea de manera superficial, pero yo estoy cierto que en el fondo del asunto hay muchísimos más elementos que sorprenderían a más de uno. Es el típico tema que sorprenderá a propios y extraños, aquel que va más allá del cliché famoso que reza: «la realidad supera a la fantasía».

Muchos de los lectores seguramente estarán esperando que se termine la jornada para ver cómo le fue en la quiniela Lozoya, en la que el premio mayor (que parece tan imposible como el mismo Melate) sería que se procesara al mismísimo ex presidente de la república Enrique Peña Nieto, en caso que —como muchos suponemos— esté involucrado directamente en sobornos, enriquecimiento ilícito y en todo lo que resulte responsable.

En fin, estamos en la antesala de algo que será muy importante para los actores políticos involucrados, tanto los activos (acusadores) como los pasivos (imputados) que seguramente no estarán tan pasivos sino buscando comprar amparos por todos lados y por todos los medios, con el propósito de eludir —como se ha venido acostumbrando— la acción de la justicia. Esperemos a ver que resulta.

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