JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"Vecinos Ruidosos"
Desde
hace algunos días tenía la inquietud de investigar acerca del Reglamento de
Policía y Buen Gobierno del Municipio de Tepic, Nayarit, y la noche del viernes
me puse a indagar en internet. Realicé un rastreo intensivo en muchos sitios en
los que suponía habría todo un seguimiento cronológico de este tipo de
documentos, en el entendido que, por la constante evolución de las sociedades
contemporáneas, se tendrían que ir actualizando a los nuevos tiempos. En
especial me interesaba conocer a fondo o verificar si tenía razón en que
existen reglas claras respecto a las incomodidades que nos ocasionan en
determinados lugares y momentos los fastidiosos “vecinos ruidosos”.
Seguramente
existen variantes de este tipo de vecinos. Yo me refiero particular y exclusivamente
a los vecinos que hacen mucho escándalo, principalmente por las noches, cuando
se ponen tremendas “guarapetas” acompañados de un escándalo musical, según
nuestra apreciación, porque según la de ellos, (los vecinos y sus “agradables”
invitados) nosotros resultamos beneficiados con el acariciante concierto de
voces educadas a la alta escuela que nos endilgan un recital que suele durar
hasta altas horas de la madrugada.
Esta
noche no fue muy afortunada para el intento de convertirme en un experimentado
investigador cibernético. Las cosas no resultaron muy propicias para ello.
Primero, se desató una fenomenal tormenta como hacía tiempo no veía una. De
pronto me figuré que esa sorpresiva tromba, era el bramido desesperado de una
gigantesca bestia que se balanceaba de manera torpe, errática, al sentirse
maltratada y acosada por la especie humana. El atardecer no sugería que
llegaría ese torrencial aguacero, aunque el bochornoso clima de horas atrás lo
hubiera insinuado. En verdad fue algo fuerte. Aunque parezca una frase hecha
diré que lanzó “rayos y centellas”, parecía un diabólico coctel de truenos y
agua a raudales, incesantes relámpagos que dibujaban fantasmagóricas figuras en
la negrura de un cielo que parecía molesto consigo mismo. Luego el golpeteo
iracundo de un granizo aporreador y el resoplido sólido y furioso de un viento
omnipotente que derrumbó árboles y anuncios espectaculares.
Me
brinqué de párrafo, en una inútil suposición que todo había terminado, pero no.
Aún faltaba algo, como para “cerrar con broche de oro”, Sí, adivinaron, se fue
la luz, y consecuentemente el servicio de internet quedó más trunco que nunca.
Aunque vale la pena señalar que el frágil servicio que proporciona la empresa
“Megacacable” (no es error de escritura, es un adjetivo incluido en el nombre)
ya estaba fallando desde antes que se viniera el diluvio mencionado. Pero, al
menos por esta vez, tuvieron el pretexto perfecto para allanar las copiosas
quejas de los sufridos usuarios.
El
punto es que no hubo condiciones para realizar la exhaustiva búsqueda que tenía
proyectada. La idea original era documentarme para, por un lado informar a
ustedes con datos en la mano, y por otro, usar el recurso encontrado cuando ya
de plano no aguantara los guturales cánticos de mis vecinos y de sus asiduos
invitados al reventón. Debo decir que no fue del todo infructuoso el intento de
investigación, ya que pude acceder a un documento que se denomina: REGLAMENTO
DE POLICÍA Y BUEN GOBIERNO PARA EL MUNICIPIO DE TEPIC, NAYARIT TEXTO VIGENTE,
mismo que en el TÍTULO SEGUNDO CAPÍTULO PRIMERO: CONTRAVENCIONES A LA SEGURIDAD
Y AL ORDEN PÚBLICO y específicamente en su ARTÍCULO 49., señala que, “Son
faltas punibles a la seguridad y al orden público; y cita un sinfín de causales,
pero la que a mí me interesaba es justamente la que establece la fracción
XXXIV, que dice a la letra: “Turbar la tranquilidad de los que trabajen o
reposen, por medio de ruidos o gritos escandalosos o estridentes” Eso era lo
que necesitaba, había iniciado con el pie derecho, pero hasta ahí llegó la
caminata, ya no pude ir más allá. La duda quedó anidada en mí, porque vi, al
final del documento, que se había publicado en el año de mil novecientos
noventa y cinco. Pensé, ¿seguirá vigente? No pude corroborarlo.
Después
de la tempestad viene la calma, reza el viejo refrán, y esta vez no fue la
excepción, aplicó perfectamente bien. Olvidé todo aquello de los reglamentos,
los métodos y técnicas para contrarrestar vecinos ruidosos. A pesar de estar ya
en un trance casi celestial, completamente relajado, vinieron en tropel a mi
mente una serie de situaciones teatrales o cinematográficas, en las que se
reproducían escenas muy similares a las que aspiraba realizar. En una de ellas,
aparecía su servidor con un mostacho al estilo de Mario Bros, pero con una capa
negra y un tremendo revólver. Con una hilarante expresión y al punto del
paroxismo, apuntaba con atención a la vibrante bocina negra del vecino y con
dos disparos precisos quedaba hecha añicos, humeante y completamente muda.
En
otra escena, supongo que, además de hipotética, era solo un artilugio de mi
desenfrenada imaginación vengativa, aparecía yo mismo, elegantemente vestido,
otra vez de negro, conduciendo una gran camioneta con una bocina del tamaño de
la caja de carga de mi vehículo. Calculaba que el tamaño de mi bafle era por lo
menos cinco veces el tamaño del que tocaba el vecino. Conducía en reversa y
colocaba la bocina de frente a la casa (los vecinos “pisteaban” afuerita de
ella), encendía mi aparato de sonido y le abría todo el volumen. Nomás veía
como les volaban las greñas a los cuatro émulos del potrillo Fernández, el
ruido ensordecedor era como los truenos de la tormenta de hoy, y el viento de
la bocina los hacía tambalear, me sentí inmisericorde y le subí más al control
y sólo me detuve hasta que la casa empezó a desmoronarse cual polvorón casero
del día anterior. Me reía como pocas veces, como si estuviera viendo una
película de Cantinflas o de Tin-Tán.
Reí
para mis adentros, como loco, como siempre, y en ese instante de gracia, en el
que la felicidad me visita espontánea y cordial, en ese momento en que sonrío
sin causa aparente, me puse a pensar si no era una buena idea, presentarme ante
el vecino, cuando estén en el momento más apoteósico de su show, cuando se
imaginan que el público los aplaude hasta sangrar las manos, y pedirle de
manera amable y comedida que si puede bajar el volumen de su bocina porque
necesitamos descansar. No será que estoy prejuzgando el carácter de mis
simpáticos vecinos y sólo hiciera falta esa pequeña intención de mi parte, para
solucionar esa molesta y frecuente situación. Quizá nos es descabellada la
idea.
Esperaré
el próximo concierto de la temporada (de seguro será mañana sábado) para
experimentar la más lógica de las iniciativas, hablar con el vecino. Ya si no
resulta y se molesta, o me “manda por un tubo”, pues entonces buscaré nuevas
técnicas para el efecto. Ya en el último de los casos, si no resultare ninguno
de los métodos usados, pues al menos que me permitan regalarles una beca para
que estudien solfeo en la Escuela Superior de Música, porque, así como cantan,
me recuerdan mucho mi vida en el rancho, cuando tenía que destrabar a los marranitos
que se atoraban en los cercos de alambre de púas.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO EN LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.