JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS /
Periodismo Nayarita
"La solidaridad en la pandemia"
El sol
apenas se quitaba las lagañas cuando el buen amigo Julián Cedros salió de su
domicilio. Trepó en su vehículo y, a toda velocidad, se dirigió en busca de su
amigo Benito, quien le acompañaría a recoger algunos donativos para la cocina
humanitaria en la que ambos colaboraban.
En
pocos minutos se encontraba tocando la puerta de fierro de la casa de su amigo.
—¡Vámonos,
Benito, apúrate que se nos hace tarde!
—¡Ahí
voy, amigo Julián, espérate que me estoy peinando!
—¡Ándale,
ni que estuvieras tan guapo! Si no vamos a una fiesta, vamos a chambear.
Después
de las acostumbradas escaramuzas, salieron rumbo a los domicilios de las
personas que generosamente ofrecieron su ayuda para apoyar las acciones de la
cocina humanitaria. El trabajo era arduo pero muy gratificante. La cocina en la
que prestaban su apoyo honorario y desinteresado, era una de las muchas
reacciones sociales positivas que aparecieron en favor de cientos de personas
que perdieron sus fuentes de trabajo, otros que no lo tenían antes de la
contingencia y en general de varios grupos vulnerables.
Recorrieron
muchas calles de la ciudad durante varias horas y por la tarde recalaron a la
colonia donde se ubica la altruista cocina que genera alivio y esperanza. Fueron
recibidos y ayudados por varias personas, hombres y mujeres, que compartían el
buen propósito de dar sin interés, sin pedir nada a cambio, con el único
objetivo de mitigar, en la medida de lo posible, el hambre, la carencia y la
necesidad que sufren muchos conciudadanos.
Órale,
les fue muy bien —dijo Selene entusiasmada— mientras ayudaba a bajar unas
cosas. El día había sido muy productivo. Lo generoso de los donativos
recogidos, el aporte recibido en especie en el domicilio y algunas ayudas económicas,
además de garantizar la alimentación del día siguiente para muchos beneficiarios,
permitirían dar el tiempo necesario para seguir realizando la colecta
permanente sin dejar de atender la
demanda de ayuda alimentaria.
Son
pocos los que dan la cara recogiendo los donativos y estando al frente tanto de
la cocina, como de la organización permanente y logística diaria. Pero, hay
muchas personas más que, bajo el anonimato, sirven de igual manera, con
esfuerzo y dedicación a tan noble causa. Algunas de ellas son las personas que
clasifican, ordenan y limpian los víveres que se reciben y, sobre todo, las que
se dedican a preparar los guisados que se entregan calientitos y apetitosos a
los eventuales y necesitados comensales.
Es muy
alentador ver de cerca esas imágenes de mujeres valientes y generosas que
dedican parte de su tiempo a cocinar las viandas que satisfarán la anónima pero
trágica necesidad de los infortunados. Ver que responden al agudo cansancio
diario con sonrisas espontáneas, con la alegría del corazón, con esa dicha que
solo se consigue con acciones que van más allá de lo común y lo cotidiano; con esa
gratificante sensación que da el sentimiento de solidaridad y la comprensión del
dolor ajeno. Ese es el verdadero milagro que ha surgido desde las entrañas de
una situación emergente. Es la solidaridad humana, una de las muchas lecciones
que trae a nuestras vidas esta pandemia.
Da
mucho gusto ver la luz de esas personas que están por encima de la generalidad
y la muchedumbre. En el combate contra la muerte, los médicos, enfermeras y
todo del personal de salud, héroes de carne y hueso que trascenderán de muchas
formas al final de esta epopeya. En el ámbito general hay muchas otras personas,
algunos empresarios que han asumido un papel solidario con sus trabajadores, los
policías honestos que cumplen su trabajo, y más, muchos más que creen en la
generosidad de la humanidad.
En esta ocasión, consideré importante referirme a este grupo o grupos de personas, que tomaron la iniciativa de servir a los demás. Hacer mención, como una especie de modesto homenaje, a su loable intención, a su vocación humanitaria, sacrificando tiempo y familia y a veces más. Es un alivio, más allá de tantas calamidades: naturales como la pandemia; políticas como las malas decisiones y falta de visión y sentido común de algunos gobernadores y presidentes municipales; y las sociales, como la irresponsabilidad y la ignorancia de muchos habitantes; saber que existen muchas personas positivas, que apuestan por la grandeza del espíritu, la buena fe y la generosidad.
De
pronto, se escucha una voz desde del interior de la cocina, que dice:
—¡Ya
quedó esto listo! Todo en orden para preparar la comida mañana. Voy a guisar
unas ricas albóndigas en chipotle, un caldo de res, frijoles y arroz rojo. ¿Qué
te parece Julián?
—De
lujo, mi estimada Magaly. Ya ni me digas, porque nomás antojas. Bueno, vámonos
porque mañana tenemos mucho trabajo. Espero
que sea un día tan bueno como el de hoy. Dios nos bendiga.
RECIBAN
UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA SIGUIENTE SEMANA - COMENTARIOS Y
SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.