DEFINICIÓN DEEXPECTATIVA
Por: SAÚL ARMANDO LLAMAS LÓPEZ
ESPERANZA E ILUSIÓN QUE SIENTE ALGUIEN DE CUMPLIR UN
PROYECTO ESPERADO
Se conoce
como expectativa, etimológicamente como: (palabra
derivada del latín exspectātum, que se
traduce como “mirado” o “visto”) a la esperanza, sueño o ilusión de
realizar o cumplir un determinado propósito. Por ejemplo: “Tengo la expectativa de lograr algo grande con este muchacho”, “Quiero devolver este televisor: la verdad que no cumplió con mis
expectativas”.
Además de todo lo
expuesto tampoco podemos pasar por alto el que utilizamos dicho término para
construir una locución adverbial: “a la expectativa”. Con ella lo que se
intenta expresar es que una persona no va a llevar a cabo ningún tipo de acción
ni va a tomar una decisión sobre algo concreto hasta ver qué sucede.
Así, por ejemplo,
alguien que quiera comprarse una casa, pero piense que en su empresa le van a
destinar a un nuevo puesto fuera de la ciudad pues estará a la expectativa de
ver si finalmente le conceden dicho trabajo para adquirir una vivienda en su
urbe o en el nuevo destino donde le podrían enviar.
Cabe resaltar que,
por lo general, la expectativa se asocia con la chance
razonable de que algo se concrete. Para que las expectativas puedan
nacer es necesario que tengan alguna clase de respaldo. Sino, se trataría sólo
de un simple deseo que podría llegar a tener raíces irracionales o estar
impulsado por cuestiones vinculadas a la fe.
Si, por ejemplo,
un número considerable de nubes grises cubren el cielo, la expectativa de la
gente será que llueva. Por eso la respuesta a dicha expectativa Será salir con
paraguas a la calle para evitar mojarse en el momento que se inicien las precipitaciones.
Otro detalle a
tener en cuenta es que la expectativa aparece tras una incertidumbre, en momentos en los cuales aún no se ha
confirmado qué es lo que puede llegar a pasar. La expectativa, entonces,
consiste en depositar confianza en aquello que, según se considera, es más
probable que ocurra: se trata, en definitiva, de una suposición que, de acuerdo
a las circunstancias, puede ser más o menos realista. Cuando las expectativas
no se ven satisfechas, el individuo experimentará una decepción (“Pensé que este regalo te iba a gustar, pero veo que mis
expectativas estaban equivocadas”). En cambio, si se logran superar
las expectativas iniciales, el sujeto sentirá alegría ante la sorpresa experimentada (“Este disco es maravilloso, superó todas mis expectativas”).
En otras palabras,
puede decirse que las expectativas están vinculadas con las predicciones y las previsiones.
A más nivel de certezas sobre el futuro, más chances existen que se cumplan las
expectativas: “Existe una expectativa muy grande por el
anuncio del presidente, ya que varios ministros señalaron que será beneficioso
para la economía”.
De la misma forma,
es importante también que subrayemos que con el concepto que nos ocupa se
forman otras palabras igualmente relevantes. Este sería el caso de las
conocidas como cartas o letras expectativas. Una denominación esta con la
que se describe a
todas las misivas o documentos que se realizan por parte del Papa o Pontífice y
que tienen una clara misión.
Más exactamente,
en dichas cartas lo que se expresa es que a una persona en concreto se le
otorga bien un puesto de trabajo o bien un beneficio o una dignidad en
concreto. Aunque hemos mencionado que son realizadas por la cabeza visible De
la Iglesia, también este tipo de textos pueden ser llevados a cabo por reyes o
bien por los mandos supremos de una empresa en favor de alguno de sus empleados.
¿Para qué sirven
las expectativas?
La principal función de las
expectativas es prepararnos para la acción. Si nos
anticipamos mentalmente a lo que pueda ocurrir, podemos preparar un plan de
acción para que la vida no nos tome por sorpresa. Las expectativas, por ende,
nos ayudan a prepararnos mentalmente para el futuro.
De hecho, la mayoría de
nuestras decisiones no se basan exclusivamente en los datos objetivos – como
nos gusta creer – sino en las expectativas que albergamos sobre los resultados
de esas decisiones. Eso significa que cada decisión es, de cierta forma, un
acto de fe. Detrás de cada decisión se esconde la confianza en que nuestras
expectativas sobre las consecuencias de nuestra elección ocurrirán.
Por tanto, las expectativas se
convierten en una especie de brújula interior. El problema es que esperar que
algo suceda no hará que suceda, de manera que cuando las expectativas son poco
realistas pueden terminar jugándonos malas Pasadas y, en vez de ayudarnos a
prepararnos mentalmente, nos abocan a la frustración.
5 ejemplos
de expectativas poco realistas que alimentan un pensamiento mágico
Jean Piaget señaló que los
niños pequeños tienen dificultades para distinguir entre el mundo subjetivo que
crean en su mente y el mundo externo y objetivo. Piaget descubrió que los niños
suelen creer que sus pensamientos pueden hacer que las cosas sucedan. Por
ejemplo, si se enfadan con su hermano, pueden pensar que este enfermó por su
culpa, aunque no sea así.
Piaget llamó a este fenómeno
“pensamiento mágico” y sugirió que todos lo superamos alrededor de los 7 años.
Sin embargo, lo cierto es que en la adultez seguimos teniendo diferentes formas
de pensamiento mágico. A muchas personas les resulta difícil abandonar la
idea de que esperar que algo suceda, lo hará posible,
una idea en la que hacen leva teorías como la famosa “ley de la atracción”.
Además, tenemos la tendencia a
depositar nuestras esperanzas de felicidad en las expectativas
cumplidas. O sea, creemos que seremos felices si lo que esperamos o
deseamos se cumple. Y si no ocurre, creemos que seremos profundamente
infelices. Ese tipo de pensamiento posterga la felicidad, hipotecándola a una
probabilidad.
Sin embargo, las expectativas
no son necesariamente negativas, siempre y cuando tengamos buenas razones para
creer que el cumplimiento de una expectativa nos hará felices, y nos aseguremos
de dar los pasos necesarios para que esos deseos se cumplan.
El verdadero problema de las
expectativas radica en esperar que algo suceda sin tener buenas razones para
ello. Si creemos que el simple hecho de albergar ciertos deseos, hará que
ocurran, estamos alimentando un pensamiento mágico y sentando las bases para la
decepción.
Este tipo de pensamiento puede
parecer delirante. Y lo es, pero todos lo hemos alimentado en ciertas
circunstancias cada vez que albergamos expectativas poco realistas como:
1.
La vida debería ser justa. La
vida no es justa, a las “personas buenas” les suceden cosas malas. Esperar que
podamos librarnos de los problemas y dificultades solo porque somos “buenos” es
un ejemplo de expectativa poco realista que solemos alimentar.
2.
Las personas tienen que
entenderme. Todos sufrimos en cierta medida el Efecto del Falso
Consenso, un fenómeno psicológico según el cual
solemos pensar que un gran número de personas piensan como nosotros y que
tenemos la razón. No siempre es así, cada quien tiene su punto de vista y no
tiene que coincidir con el nuestro.
3.
Todo saldrá bien. Es
una frase que nos decimos a menudo para infundirnos confianza, pero lo cierto
es que, si no nos aseguramos de que las cosas salgan bien poniendo manos a la
obra, nuestros planes podrían torcerse en cualquier momento.
4.
La gente debería comportarse
bien conmigo. Esperamos que las personas sean amables y estén dispuestas
a ayudarnos, pero no siempre será así. A algunas personas no les caeremos bien
y a otras simplemente no les importamos. Debemos asumirlo.
5.
Puedo cambiarlo. Solemos
pensar que podemos cambiar a los demás, una expectativa bastante común en las
relaciones de pareja. Pero lo cierto es que el cambio personal debe provenir
del interior, de una motivación intrínseca. Podemos ayudar a una persona a
cambiar, pero no podemos cambiarla ni “arreglarla”.
Consecuencias
de las expectativas poco realistas
Las expectativas no son dañinas
en sí puesto que nos ayudan a formarnos un cuadro general de lo que podría
ocurrir en un futuro más o menos cercano. El problema comienza cuando esperamos
que la vida discurra según nuestros deseos, algo que más temprano que tarde nos
conducirá a la desilusión, porque como dijo la escritora Margaret Mitchell: “la vida
no está obligada a darnos lo que esperamos”.
El problema aparece cuando nos
olvidamos que nuestras expectativas a menudo solo reflejan un deseo o una
probabilidad – a menudo bastante remota – de que algo ocurra. Cuando perdemos
de vista esa perspectiva, las expectativas se convierten en un auténtico
asesino de la felicidad.
Además, cuando las expectativas
incumplidas involucran el “fracaso” de otras personas para comportarse de la
manera en que esperamos, a la decepción se le suma el resentimiento, el cual
terminará afectando profundamente la relación, haciendo que perdamos la
confianza en esas personas.
Deshacernos de las expectativas
es complicado. La buena noticia es que no es necesario desterrarlas de nuestro
mundo psicológico, pero necesitamos aprender a distinguir entre las
expectativas realistas y aquellas poco realistas.
Las ventajas de dominar tus
expectativas
1. Asumes la responsabilidad
por tus decisiones
Las expectativas no son hechos,
son simples probabilidades, comprender esta diferencia, que no es meramente
terminológica, nos permitirá tomar las riendas de nuestra vida. Eso significa
que, si deseas que ocurra algo, debes asumir una actitud proactiva y dar los
pasos que sean necesarios para que ese deseo se convierta en realidad, no
esperar pacientemente a que los demás adivinen qué quieres o esperas de ellos.
Paradójicamente, esperar menos
y actuar más nos permite retomar el control sin sentirnos agobiados ya que
implica una mayor confianza en nuestras potencialidades y un mayor
autoconocimiento. Las personas que no se sientan a esperar a que los demás
cumplan con sus expectativas, sino que luchan por lo que quieren, no suelen
adoptar el papel de víctimas o mártires, sino que se encargan de hacer que las
cosas sucedan.
2. Separas tus deseos de tus
deberes
La mayor parte del tiempo
funcionamos en piloto automático asumiendo la “mentalidad de la manada”; es
decir, nos dedicamos a cumplir con nuestros deberes. Sin embargo, los deberes
no son más que las expectativas que nos han impuesto los demás, ya sea la
familia o la sociedad.
Cuando no cumplimos nuestros
deberes, nos sentimos culpables. Pero si cumplimos con ellos esperamos una
recompensa y cuando esta no llega, nos enfadamos y desilusionamos. En cualquier
caso, siempre llevamos las de perder porque estamos inmersos en un estado
emocional negativo permanente. Sin embargo, deshacernos de nuestras
expectativas también implica comprender que no necesitamos satisfacer las
expectativas de los demás. Y se trata de un proceso liberador a través del cual
entras en contacto con tus verdaderos deseos y pasiones, que son dos
ingredientes fundamentales para lograr lo que te propones en la vida.
3. Disfrutas más del presente
“No cruces
el puente hasta que no llegues a él”, aconseja un refrán inglés.
Necesitamos comprender que las expectativas están conformadas por retazos del
pasado, que nos han servido para realizar la predicción, y por deseos para el futuro,
pero no contienen ni una pizca de presente, que es lo único que realmente
tenemos. Las expectativas sin acción solo sirven para encerrarnos en la trampa
del futuro, nos limitan al papel del ajedrecista que está sentado a la espera
del movimiento de su adversario, mientras por su mente pasan todas las posibles
jugadas para contraatacar. Solo que, en la vida, asumir durante demasiado
tiempo el papel del ajedrecista significa dejar que el presente se nos escape.
Además, a menudo las
expectativas se convierten en unas gafas que nos impiden ver el mundo con
claridad. Al esperar algo, podemos desaprovechar otras oportunidades, como si
estuviéramos en el andén de una estación esperando un tren que nunca llega y,
mientras tanto, dejamos que los otros se marchen. Al contrario, tener
expectativas realistas nos permite vivir en el presente, construirlo y
aprovechar las oportunidades que este nos brinda.
¿Cómo ajustar las expectativas?
·
Controla la mente expectante. En
el budismo se hace referencia a la “mente expectante” para referirse a aquellas
personas que esperan algo, pero no ponen manos a la obra para lograrlo. Desde
esta óptica, las expectativas serían tan inútiles como una danza india para
llamar la lluvia. De hecho, son contraproducentes porque cuando no se cumplen,
solo sirven para generar dolor y sufrimiento, irritación y tristeza. ¿La
solución? Controlar esa mente expectante. Podemos lograrlo abriéndonos más a la
incertidumbre y al discurrir de la vida, viviendo las situaciones sin anticipar
un resultado.
·
Diferencia las expectativas
realistas de las poco realistas. Las expectativas nos
ayudan a prepararnos para el futuro, por lo que podemos usarlas a nuestro
favor, solo necesitamos aprender a diferenciar las expectativas realistas, esas
que tienen grandes probabilidades de convertirse en realidad, de aquellas poco
realistas que se basan casi exclusivamente en nuestros deseos. Debemos tener en
cuenta que “las expectativas
poco realistas son resentimientos premeditados”, como dijera Steve
Lynch, ya que existen grandes probabilidades de que no se cumplan. Esperar que
una persona haga algo a nuestro favor que vaya en contra de sus intereses es Poco
realista. En cambio, esperar que esa persona haga algo a nuestro favor que
también le favorece es una expectativa más realista.
·
Comunica tus expectativas. Creer
que una expectativa no verbalizada nos traerá lo que deseamos es un pensamiento
mágico y poco realista. En realidad, es muy probable que una expectativa
no expresada no se cumpla. Por tanto, si esperamos algo de los demás, no
debemos esperar que nos lean el pensamiento, lo mejor es comunicar nuestras
expectativas, explicarles lo que deseamos y conocer su disposición para
ayudarnos.
·
Prepara un plan B. Comunicar
nuestras expectativas no siempre es suficiente para que estas se hagan
realidad. Entre nuestros planes y su consecución influyen muchos factores que
escapan de nuestro control, por lo que lo más inteligente es tener preparado un
plan B. Como dijera el escritor Denis Waitley: “Espera lo mejor, planea para lo peor y prepárate para
sorprenderte”. Esa es la actitud.
Esperanza
e ilusión que siente alguien de cumplir un proyecto esperado.
Casi siempre, el concepto de
expectativa, aparece vinculado a una situación que es sumamente factible que se
produzca, aunque, como la expectativa implica una certeza mayor que la
esperanza, por ejemplo, es que normalmente la expectativa que se tiene respecto
de algo se encontrará basada
en otras situaciones que la convierten en una concreta posibilidad.
Vinculación
con la incertidumbre.
Cabe destacar, que la
expectativa suele aparecer en aquellos casos rodeados de incertidumbre en
los cuales no se puede todavía confirmar qué ocurrirá respecto de algo.
La incertidumbre implica un
estado de duda, de ausencia de certeza sobre una situación, sobre las causas,
las consecuencias, sentimientos e
ideas, entre otros.
Y no podemos soslayar que este
estado de cosas es predominante en la vida del ser humano, siendo lo menos
corriente tener certidumbres sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor.
En tanto, la incertidumbre va
de la mano de la inseguridad, quien no tiene certezas se
siente inseguro, indefenso, y por eso es que naturalmente las personas vamos en
busca todo el tiempo de las certezas y en ese camino aparecen las expectativas.
Entonces, en ese contexto, la
expectativa será entre el abanico de posibilidades a sucederse la suposición
más realista y la que más se ajuste a lo que sucederá finalmente.
Por esta situación, de hallarse
asociada a predicciones y suposiciones, es que, a mayor cantidad de certezas,
mayores posibilidades existirán de poder cumplirse las expectativas en
cuestión.
Las personas tenemos una
tendencia natural a crearnos expectativas sobre cualquier tipo de cuestión que
nos atañe en nuestra vida cotidiana, en el plano personal, familiar, laboral,
académico; siempre habrá algo que esperamos con mucha ilusión y esperanza que
se produzca.
Trabajar
duramente para conseguir lo que se pretende.
También es importante decir que
a la expectativa a veces hay que ayudarla y no esperar que la magia o que algo
extraordinario o sobrenatural genere las cosas que esperamos, normalmente, hay
que trabajar arduo para lograr las cosas.
Si queremos recibirnos
deberemos estudiar y también sacrificar algunas cosas, como por ejemplo no
salir de noche, para quedarnos a estudiar.
Viajar a otro país lejos de
casa si queremos estudiar una carrera que la dictan en una ciudad que no es la
nuestra. Y si la expectativa finalmente no se sucede tal como se había
anticipado o pensado, al individuo que la haya experimentado lo invadirá la
decepción y la insatisfacción.
La
insatisfacción cuando la expectativa no se concreta.
Cuando una persona que estaba
esperando con gran expectativa la concreción de un proyecto o
plan, y ello finalmente no se produce, la tristeza y
lamento será proporcional al sentimiento de expectación que tenía, y así es que
claro, Invariablemente, se sentirá triste, fracasado, y en los casos más
extremos, hasta puede desarrollarse un cuadro depresivo.
Hay personas que disponen de
una fuerza interior tremenda y que ante la no
concreción de una expectativa se reponen y siguen adelante peleando por cumplir
sus sueños y objetivos, pero también hay otros que no tienen este afán y
entonces pueden desencadenarse estos estados de depresión que requerirán de la
realización de algún tratamiento médico para superar el cuadro.
Pero si por el contrario, la
realidad termina superando amplia y positivamente las expectativas que se
tenían, primará la alegría. “El nuevo disco de Bob Dylan
realmente no cumplió mis expectativas, esperaba mucho más de él.”
A la
expectativa: a la espera que algo suceda.
Por su lado, asociado al
término aparece una expresión: a la expectativa,
la cual es sumamente empleada en el lenguaje corriente cuando se quiere dar
cuenta que alguien
se halla a la espera de algo, aunque, no actúa. “Todavía no nació mi sobrino,
pero estoy a la expectativa que el nacimiento se produzca en cualquier momento.”
La expectativa es considerada como una variante de la naturaleza cognitiva
que propone la idea de antelación, cuya inserción en los estudios psicológicos
puede ser de esencial importancia ya que se tendría una explicación acerca del
comportamiento de la dinámica social y hasta el porqué de los distintos cambios de Ánimo que presentan las personas. Por otro lado, está la
expectativa de vida, ésta se vincula con los temas demográficos de un
territorio en particular y la cual se refiere a una valoración del promedio de años que vivirá una
persona o grupo de personas en una región específica, ésta
va a depender de la constancia en los índices de mortalidad de dicha región.
Cuando se habla de expectativas laborales se trata de las metas que tiene una persona al
postularse al empleo de sus sueños. Cuando un individuo se encuentra en
la búsqueda de un puesto laboral, éste tiene ya en su mente la clase de empleo que desea y de lo que quiere alcanzar para
su futuro, es decir de sus expectativas, es por esto que al momento de realizar
la hoja de vida se debe dejar en
claro cuáles son sus expectativas laborales y los objetivos que se
desea lograr con el trabajo al cual se postula. Cuando la persona expresa en su
currículo sus expectativas, el reclutador podrá conocer mejor si es la persona
indicada para el puesto.
He aquí un ejemplo de cómo se debe plasmar en la hoja de vida las expectativas
laborales: “poder incorporarme a una empresa de
gran reconocimiento a nivel nacional y en donde pueda poner en práctica todo el
aprendizaje obtenido durante los años de estudio, igualmente poder demostrar mi
capacidad de liderazgo y trabajo en equipo”.
En la economía
son opiniones o creencias que los agentes económicos tienen acerca del comportamiento futuro de la economía o de algunas de sus variables más relevantes. Estar a la expectativa significa estar a
la espera de algo. Toda decisión económica descansa en unas determinadas expectativas
acerca de la evolución futura de aquellas variables que de forma más significativa afectan o condicionan
el resultado de dicha decisión. En toda decisión de compra hay que tener en cuenta no sólo los precios actuales, sino también su previsible evolución en el futuro
(expectativas de precios), así como la posible aparición en el mercado en un futuro próximo de productos más modernos sustitutivos de los actuales (expectativas de innovación).
Agradezco
al psicólogo Alex, que atiende en la Comunidad Terapéutica Guerreros de la Luz
A.C., pos su asesoría en este tema.