lunes, 15 de julio de 2013

Crónica de una Tragedia Anunciada

Por: José Manuel Elizondo Cuevas


Por segunda ocasión en estos días, se registró una crecida del arroyo “El Indio” en la cabecera municipal de Xalisco, causando justificada alarma entre los pobladores de la zona afectada por la contingencia natural del pasado sábado 6 del presente mes. Se pudieron observar de nuevo las escenas terroríficas de auténticas avalanchas de agua y lodo correr estrepitosamente por las que momentos antes eran las calles de una colonia.  

Aún no terminaba el recuento de los daños cuando se presentaba otro evento de las mismas características aunque con menores efectos destructivos que el anterior, en parte porque se trabajó para desazolvar el cauce del arroyo y en parte porque el sentido de alerta estaba aún encendido. Claro que esto último, más la sensación de temor y el trauma recientes, provocaron el pánico en muchas personas damnificadas, sin llegar a la histeria colectiva que suele presentarse en algunas ocasiones.

La tragedia como tal es sumamente dolorosa. No puedes mantenerte al margen de una situación de esta naturaleza. No puedes sentirte ajeno al dolor que sufre una persona que pierde a un ser querido o la que pierde su patrimonio familiar completo, después de haberlo conseguido a través de toda una vida de arduo y honesto trabajo.

Este desastre natural ofrece varias lecturas. Así como puso en evidencia los viejos vicios de una urbanización inexistente, la total ausencia del control de los asentamientos humanos, la permisión indiscriminada de asentamientos irregulares que fueron floreciendo al amparo de las administraciones de los tres órdenes de gobierno en años anteriores, es de justicia destacar en contraparte la respuesta inmediata del gobernador del estado, como coordinador y promotor principal de la ayuda. Él instruyó a la SOP, Sedesol y Salud, a formar una brigada de vanguardia, según los requerimientos técnicos y sociales que el caso ameritaba, para brindar apoyo urgente y efectivo protegiendo la integridad física y la salud, suministrando alimentación y cobijo a las personas en situación vulnerable por el desastre, posteriormente se sumaron muchas más dependencias e instituciones.

De nuevo se pudo apreciar la buena relación que Roberto Sandoval, mantiene con el gobierno federal ya que ante la gestión estatal la Secretaría de Gobernación atendió la petición y al parecer se va a autorizar a la brevedad posible el acceso a recursos financieros del FONDEN (Fondo de Desastres Naturales). Por lo pronto se autorizaron con fecha 09/07/13, algunos insumos como despensas, cobertores, colchonetas, impermeables, guantes de carnaza, botas, kits de limpieza y de aseo personal, según consta en Boletín N° 180/13 del propio FONDEN.

Por otro lado, es muy alentador constatar de nuevo la generosa respuesta de la sociedad civil, tanto por su disposición inmediata para colaborar en las labores de limpieza y remoción de escombros como para la aportación, acopio y entrega de víveres a los damnificados. No cabe duda que en los nayaritas está siempre presente el espíritu de la solidaridad y la ayuda desinteresada a los hermanos y hermanas que lo necesitan.

Me parece justo también reconocer el trabajo de todos los voluntarios, personas que aportaron su fuerza y su tiempo para ayudar a la gente. También a los cuerpos de protección civil tanto del estado como de los municipios de Tepic y Xalisco, pero muy especialmente a las organizaciones civiles de rescate que con carácter voluntario, sin percibir un sueldo, con escasos recursos técnicos pero con una enorme pasión apoyan a la gente. En este momento solo me acuerdo del escuadrón “Emergencias de Protección y Rescate A.C.” (EPRAC) que coordina mi buen amigo Juan Mártir Alegría, pero la felicitación es para todas las organizaciones que realizan estas humanitarias labores.

Los números siempre son fríos pero necesarios. En los diagnósticos preliminares de este desastre se habla de 5,000 afectados, más de 100 vehículos destruidos, 1,000 viviendas dañadas de forma  total o parcial, y seguirá aumentando la cuantía de las pérdidas materiales, esperando con toda fe que no sea el caso de las pérdidas humanas.

Como reza el viejo refrán “Después de ahogado el niño a tapar el pozo”. En este caso le quiero quitar el tono peyorativo a esta certera sentencia, porque las causas del problema son muy evidentes. Las verdaderas razones que originaron la tragedia ya las mencionamos, y aunque resulte reiterativo me parece necesario dejarlo muy bien asentado, la naturaleza no es culpable, mi veredicto es definitivo, ni el cerro, ni el arroyo, ni la tromba tuvieron la culpa de todos estos daños. Debemos recordar siempre que los ríos y los arroyos “tienen memoria” y así podrán pasar decenas de años pero en el momento que recuperen sus caudales buscarán y encontrarán “naturalmente” sus cauces. Si esa corriente hubiera encontrado el espacio libre en lo que originalmente fue su cuenca pues únicamente hubiera bajado toda el agua y se hubiera acomodado en el capricho de su forma, pero en este caso, fueron las casas las que estaban obstruyendo su territorio, sus dominios.

Retomando el refrán, podemos decir que aunque ya se “ahogó el niño” esta vez sí debemos “tapar el pozo” es decir, buscar la forma de regularizar la situación y evitar que se repita esta tragedia. Sugiero que las entidades normativas de los 3 niveles de gobierno, diseñen un proyecto urbano que contemple la reubicación de las viviendas que actualmente están ubicadas en zonas de riesgo y de acuerdo con lo que marcan las leyes de la materia, resuelvan este problema y garanticen así la seguridad de estas familias nayaritas.

Esta tragedia ya se veía venir, por eso vale la pena voltear a ver otras zonas que estén en la misma situación de riesgo, que me imagino no deben ser pocas. 


MIEMBRO ACTIVO DE FRECONAY A.C.- COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com

1 comentario:

  1. Muy bien comentado, mi estimado amigo. Te felicito y te mando un fuerte abrazo. saludos!! R. Meza

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