miércoles, 5 de marzo de 2014

Patrones y Administradores

JOSÉ MANUEL ELIZONDO CUEVAS / Periodismo Nayarita

Tepic, Nay; mzo 5, 2014.-  Reflexionaba con cierta vaguedad durante el trayecto de mi regreso a Tepic, después de un festivo fin de semana en mi pueblo natal. Como es mi costumbre me hacía una serie de preguntas que intentaba responder yo mismo.

El cuestionamiento era acerca de por qué la gran mayoría de las personas, me refiero a los mexicanos y en particular  a los nayaritas, no defienden lo que les pertenece. La respuesta que encontré a esa interrogante es que estoy equivocado en cuanto a la percepción de este tema. Intentaré aclarar esta reflexión.

Cuando una persona tiene una propiedad, ya sea una casa, un terreno o incluso un automóvil, siente la certeza absoluta de que es suyo el bien mueble o inmueble, porque tiene en su poder un documento que lo acredita como propietaria. Esto es porque posee una escritura o una factura según sea el tipo de bien de que se trate. Si por cualquier situación alguien quisiera privarla de esa posesión habría invariablemente una reacción inmediata de defensa ante ese atropello y el arma principal a esgrimir sería justo ese documento que mencioné anteriormente.

Entonces no es cierto que no defiendan lo que les pertenece, indudablemente que lo hacen con furia y hasta con el uso de la fuerza, si fuera necesario. Eso cuando estamos hablando de la propiedad individual o sea lo que le pertenece a cada quien, a cada persona. Pero que sucede cuando hablamos de la propiedad pública, de la propiedad que es de toda la nación y por tanto de la sociedad mexicana. Qué pasa cuando hablamos de la propiedad de la nación sobre los recursos naturales, como lo dispone el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en literal referencia a las tierras y las aguas, y más cuando en uno de los párrafos del citado artículo constitucional señala a la letra: "tratándose del petróleo y de los hidrocarburos sólidos, líquidos o gaseosos, en el subsuelo, la propiedad de la nación es inalienable e imprescriptible..." (No transmisible y que no se extingue con el tiempo). Por qué razones no defienden entonces las personas ese tipo de propiedad si la misma carta magna establece el dominio sobre esos recursos. La respuesta es clara, llana y simple: NO se consideran dueños de esos recursos. Por eso no defienden con la misma decisión y valentía con la que lo hacen cuando se trata de sus propiedades particulares e individuales. Por eso no defienden el petróleo, las playas y tantas otras cosas que son pertenencia de la nación que en su sentido más estricto significa que son de la comunidad. Esa es la gran respuesta que encontré en mis cavilaciones.

Pienso que lo mismo sucede cuando se trata de la responsabilidad que el pueblo deposita en el gobierno mediante el acto más republicano que tenemos que es el uso del sufragio efectivo. Mediante el ejercicio de este derecho constitucional el pueblo elige a las personas que van a representarlo en el poder ejecutivo y también en el legislativo en sus jurisdicciones federal y estatal. Pero muchas veces se dan situaciones no previstas por la ciudadanía. Me refiero a que el pueblo confía en sus representantes electos y de pronto se da cuenta que éstos no están viendo por sus intereses sino incluso operan en su contra, contraviniendo lo que señala el artículo 39 de la constitución mexicana que textualmente dice "la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno". Por lo anterior se deduce que muchos políticos en puestos de elección popular están violando con absoluta flagrancia la constitución cuando incurren en actos y decisiones que perjudican al pueblo contraviniendo lo que dice ese artículo en forma muy clara que se instituye para BENEFICIO del pueblo y, por definición, nunca para perjudicarlo.

De manera suplementaria creo que de esa falta del sentido de pertenencia de los mexicanos deriva también la circunstancia de creer que el poder radica en el gobierno y no en el pueblo y que los recursos presupuestales son propiedad de aquellos y no de nosotros los ciudadanos. Es necesario erradicar esa errónea forma de pensar que el gobierno y el congreso son los patrones y no los administradores. El auténtico patrón es el ciudadano, la colectividad, la ciudadanía. Efectivamente, ellos son los administradores de los bienes públicos, los gestores del bienestar social y deben estar sujetos a un escrutinio por parte de los patrones y debiera ejercerse la facultad de despedir a aquellos malos administradores por pérdida de confianza cuando así lo ameriten sus actuaciones deficientes o por falta de probidad.

En cuanto a los recursos presupuestales o lo que se conoce como erario público, es dinero del pueblo, está compuesto principalmente de la contribución de los ciudadanos. No sólo de las contribuciones regulares que denominamos impuestos que nos descuentan a todos los asalariados, sino también las que realizan los comerciantes, profesionales, empresarios, artistas y otros, a través de las declaraciones obligatorias, así como la parte de impuestos que capta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a través de su órgano desconcentrado que se llama Servicio de Administración Tributaria (SAT) por la vía del comercio, es decir por el impuesto al valor agregado (IVA) que pagamos los consumidores en cualquiera de nuestras compras habituales. Esta parte del costo de los productos va a las arcas del gobierno y una vez ahí se diseñan las partidas presupuestales de donde se ministrará a los gobiernos estatales y municipales mediante la participación anual correspondiente así como a algunos programas sociales que a manera de una redistribución se beneficia a ciertos sectores de la población.

Así que los ciudadanos no deben ver esos fondos como una generosa dádiva paternalista del gobierno sino como una justa distribución y reintegro de sus propios recursos. Así que, en nuestra calidad de ciudadanos mexicanos, debemos ser más exigentes y no sentir culpa por pedir, respetando las formas, que nuestros administradores hagan un buen trabajo con el manejo de NUESTROS recursos ya sean presupuestales o naturales, ya que para eso les pagamos y vaya que les pagamos muy bien.   


RECIBAN UN SALUDO AFECTUOSO.- LOS ESPERO LA PRÓXIMA SEMANA - COMENTARIOS Y SUGERENCIAS AL CORREO: elizondojm@hotmail.com .- MIEMBRO ACTIVO FRECONAY, A.C.

1 comentario:

  1. EXCELENTES COMENTARIOS, YO DEDUSCO ASÍ ESTE ARTICULO DE OPINIÓN, LOS ADMINISTRADORES SON NUESTROS EMPLEADOS Y NOSOTROS EL PUEBLO SUS PATRONES AUNQUE EXISTA LO CONTRARIO, PERO ESTO ES PORQUE ASÍ LO HEMOS PERMITIDO
    GRACIAS COLEGA

    ResponderEliminar